jueves, 1 de marzo de 2012

Ego

A veces me siento como un apuntador. Yo doy el pie y el otro suelta el monólogo. Hay muchas conversaciones en las que lo de menos eres tú. Lo importante es que el otro tenga público. Comienzan a hablar y evitan incluso parar a respirar por si el interlocutor aprovecha ese mínimo descanso para intervenir. Prefieren jugarse la vida y quedarse sin aire a ser interrumpidos por tus intrascendencias. Digo yo que la gracia de tener a otra persona delante es la comunicación con esa persona y no la demostración de tus supuestas capacidades, teorías o reflexiones. Pero hay mucha gente en la que no percibo ningún interés por quienes les rodean. 
El otro día se me acercó un tipo en un bar. Esto no es muy habitual, porque yo en los bares de noche emito una frecuencia negativa que repite "no te acerques a mí, ni se te ocurra, esto no va a salir bien". Pero éste no captó la frecuencia porque para eso hay que estar atento a algo que no seas tú, y no era el caso. Me preguntó a qué me dedicaba casi antes de preguntarme por mi nombre. Imagino que es importante encasillar rápidamente. "¿A qué te dedicas?" "Escribo" (mi naturaleza nocturna es borde con tendencias chulescas) "¿Escribes?" (pausa dramática en la que parece que podría llegar a interesarle) "Pues te voy a leer una cosa que escribí yo un día..." ¡Por dios, qué exhibicionismo patológico! Es como si pregunto: "¿A qué te dedicas?" "Canto" "Ah, pues siéntate, te voy a interpretar 'Como una ola', que mi madre me dice que lo hago con mucha gracia"...
De repente te sientes como un figurante, puesto en escena para servir a ese personaje principal que cree estar lo suficientemente completo como para no necesitar nutrirse de las palabras del resto de la humanidad. Pero es complicado que alguien a quien no le interesan los demás sea una persona interesante. Por eso intento huir de los que sufren un ego desorbitado, de los que están encantados de conocerse, de los que hablan porque les gusta escucharse, de los que no escuchan porque dan por hecho que nadie tiene nada que aportarles.
Huyo de todos esos egocéntricos que no hacen más que pensar en ellos mismos en vez de pensar en mí...
Y claro, así va todo.