sábado, 19 de noviembre de 2011

Mi hombre perfecto

El hombre perfecto debe ser muy hombre, pero además muy sensible. Sexual, pero que no esté obsesionado con el sexo. Cariñoso, no pesado. Divertido, pero no graciosillo. Guapo, pero que no te haga sentir fea. Decidido, pero que no abrume. Que le interese el arte, pero que no sea un pedante. Inquieto, no hiperactivo. Atento, no agobiante. Independiente, no indiferente. Serio, pero espontáneo. Familiar, pero no conservador. Protector, no paternalista. Creativo, pero cuerdo. Que sepa estar en cualquier situación, excepto en las que yo no quiero que esté. Fiel, pero no posesivo. Que me quiera, pero que no sea el centro de su vida. Que sea el centro de su vida, pero que cuando me agobie tenga otros centros en su vida. Inteligente, pero que no vaya de listillo. Que sepa idiomas, pero que no me lo restriegue todo el rato. Leído, pero vivido. Carismático, pero humilde. Deportista, pero que no insista en subir a la montaña todos los fines de semana. Que sepa informática como para arreglarme el ordenador, pero que no esté todo el tiempo metido en internet. Ligero, no superficial. Profundo, pero no intenso. Que le guste hablar, pero no todo el rato. Que le guste estar en silencio, pero no todo el rato. Que quiera estar en mi vida, pero no todo el rato. Que me abrace cuando haga frío, pero no cuando haga mucho calor. Que se mantenga a una distancia prudente en el entretiempo. Que se ría conmigo, pero no de mí. Que sea bondadoso, pero no tonto. Que tenga un ático amplio en el centro, pero que no le importe que lo decore yo. Espiritual, pero con los pies en la tierra. Perfecto, pero humano...
No sé, me da que voy a acabar sola...

miércoles, 9 de noviembre de 2011

¿Te conformas?

Una ya no sabe si con los años es más sabia o más lerda... Claro que, si no soy capaz de identificar si soy más sabia o más lerda, me temo que la balanza se inclina hacia la segunda opción (podéis salir en mi defensa con comentarios a pie de escrito). Soy incapaz de discernir entre la ductilidad que te ofrece la experiencia y la inercia vital. Me han dicho tantas veces que soy demasiado exigente con los hombres que he llegado a preocuparme. Y ahora temo caer en esa inercia y creerme que en realidad lo que hago es adaptarme a las circunstancias en vez de pretender que los demás sean como yo quiero (es muy frustrante que los demás no sean como yo quiero). Como ya he dicho yo sabiamente alguna vez, no sé si he elevado el espíritu o he bajado el listón. ¿Conformarse o adaptarse?
Una vez que has asumido que el hombre de tu vida probablemente no sea ningún tío bueno, pasas a los siguientes requisitos, no sé si con sabiduría o resignación. "Igual no es tan guapo, pero el físico no lo es todo". Hasta aquí, bien, aunque la cosa va degenerando: "Vale que no está muy equilibrado, ¿pero quién lo está hoy en día?"... "Quizá no sea muy listo, pero seguro que tiene gran corazón"... "Para qué nos vamos a engañar, tampoco es que sea una gran persona pero, oye, tiene sentido del humor"... "Yo reírme no me río, pero donde esté la química"... "Bien, ¿dónde está la química? Porque aquí no"... "Bah, el sexo está sobrevalorado, lo sabe todo el mundo"...
Por eso tengo mis dudas sobre si uno acaba cediendo con tal de no estar solo o simplemente traspasa su intransigencia y acaba descubriendo el lado oculto y a veces mágico de los demás. ¿Pero qué buscamos en la pareja? ¿Qué otros estilos de vida nos quedan por descubrir? ¿Nos estamos conformando con este modelo o es realmente el que necesitamos? Me encantaría contestar a todas estas preguntas, pero no va a poder ser porque no tengo tiempo... Vale, también influye que no conozco las respuestas. ¿Algún voluntario?